Querida Comunidad de los Colegios Padre Hurtado y Juanita de Los Andes, Junto con saludarlos, quisiera invitarlos a que nos dispongamos a un tiempo de profundo discernimiento frente a nuestra fe y particularmente frente al desafío que hoy tenemos de ser protagonistas de una renovación en nuestra Iglesia.
Más allá de la atroz realidad que hemos conocido frente a los terribles casos de abuso en la Iglesia, y especialmente de algunos jesuitas, los cuales nos afectan por la cercanía que tenemos con la Espiritualidad Ignaciana, creo que resulta crucial que podamos avanzar en una reflexión como Comunidad en relación a hacernos cargo de la crisis de la Iglesia. Una crisis, que a mi juicio, se explica en gran medida por un clericalismo tremendamente exacerbado y que ha puesto a sacerdotes y obispos en una situación de poder inconmensurable frente a una suerte de limitación inhabilitante del laicado por su condición de «rebaño dócil ante la guía del pastor». Los laicos hemos sido ciegos a esta realidad, y por lo mismo, también hemos contribuido a que se perpetuara en el tiempo.
Debemos asumir con fuerza el desafío de la renovación de nuestra Iglesia. No podemos seguir paralizados ante la perplejidad que ha generado en todos nosotros el ser testigos de la develación de una realidad tan fuera de las posibilidades de nuestro imaginario.
Quiero invitarlos a leer y reflexionar sobre un artículo que aparece en el último número de la Revista Mensaje y que creo que puede ayudarnos a encontrar algunas pistas para una mejor comprensión de la realidad y así poner “manos a la obra” en nuestro esfuerzo de renovación de la Iglesia.
Quisiera informarles que el Directorio del Colegio y el Equipo Directivo hemos iniciado una reflexión que pretende discernir los signos de nuestro tiempo, y a partir de ello, redefinir nuestro proceder formativo como Colegio de Iglesia, a fin de acercarnos a un camino que ponga en el centro a Cristo y el Evangelio.
Afectuosamente
Alejandro Jordán C.
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